Se trata de fenómenos sociales que parten de conductas etnocéntricas, universales y de larga data, que se profundizaron y en nuestra región como justificación histórica del genocidio provocado por la conquista. Se expandieron durante la Colonia y la República y actualmente subsisten, como necesidad de legitimar la marginación económica presente. Porque ni la capacidad crítica, ni las expresiones reivindicativas de participación social y tolerancia racial y étnica, son agendas al sistema de poder político y económico.
“Esa actitud racista, de rechazo a la diferencia o miedo a la “otra” cultura no es sintomática y universal, sino que es un tipo de respuesta a la contraposición de un cultura progresista, modernizadora y universalista; contra una particularista y supuestamente primitiva” (Rivera, 2001)
Históricamente, para el pueblo dominador, el pueblo dominado fue calificado como bárbaro y subdesarrollado, por lo que necesitó desacreditarlo y degradarlo para la imposición por la fuerza sobre él, defendiendo de esta manera sus intereses económicos. Así es como mientras se comienza a discriminar porque se domina, luego se continúa dominando porque se discrimina.
Les dejamos un video ilustrativo de esta situación!!!
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